Topónimos provincia de Chacabuco (Mapocho norte)

El término TOPONIMIA viene del griego, topos, que significa lugar y de ónoma, que quiere decir nombre. La toponimia es la disciplina que estudia la denominación de los territorios. Así, el nombre que recibe una localidad o enclave (pueblo, ciudad o cualquier otro) es conocido como topónimo.

La toponimia es una disciplina auxiliar de la geografía y de la historia

El conocimiento de los nombres de cada lugar es un dato que tiene un indudable valor histórico y, por otra parte, permite conocer cómo valoraban su entorno los nativos de un lugar. Hay que tener en cuenta que muchos topónimos hacen referencia a las características físicas del espacio geográfico. De esta manera, si un lugar recibe el nombre de Juncal o Robledal esto indica que en ese lugar había juncos o robles.

Un topónimo expresa normalmente la relación originaria de los hombres y el lugar en el que habitaban.

(via Definicion ABC http://www.definicionabc.com/geografia/toponimia.php)

¿Por qué esta entrada? 

Hace varios meses atrás  la Fundación Roble Alto impulsó una campaña para cambiar la señaletica vial en la ruta 5 norte (enlace autopista nororiente) que indica «Chicauma» para acceder a «Chicauma Ciudad Parque». En términos simples, esta errada señaletica resulta ser una apropiación de toponimia, que desinforma y genera confusión, al no corresponder geográficamente al Chicauma original aquel sector que nos ha heredado un valioso patrimonio indígena junto a un  entorno natural de gran valor. Sin duda, este caso deja ver la falta de reconocimiento al origen de los  topónimos.

Por otra parte está el caso de Chicureo donde el marketing ha hecho crecer artificialmente su superficie con variantes como «chicureo norte». En el caso del conjunto habitacional «Estancia de Liray», si bien le ha dado notoriedad al nombre,  hay que dejar en claro que no corresponde al lugar donde nace el topónimo de Liray.

No se debe pasar por alto el valor histórico-geográfico contenido de los topónimos. Estos dan cuenta de la relación geográfica de nuestros antiguos pobladores con el sector en que se desenvolvían. Lamentablemente con el tiempo muchos de estos lugares  han variado su fisonomía original en desmedro del paisaje natural.

Topónimos  mapudungun:

•Batuco: Agua del batro (agua de la totora). De batu   o  Vathu, nombre que los mapuches llamaban a la planta de  la t’utura (totora) y ko, agua.  La actual Laguna de Batuco, como los desaparecidos humedales de Lampa, correspondía a un amplio sector donde abundaba la torora o batro (typha angustifolia). A la llegada de los españoles en la «Laguna» (Tentencura en ese entonces) faenaban los indios «pajareros» que eran mitimaes del Inca, venidos de Perú y que explotaban plumas finas para el Inca.

•Caleu: Otro río. Probablemente del mapuche ka otro , otra y lewfü  río

•Carén: Lugar verde. Del mapuche  karv (karün)  verde y we lugar

•Chacabuco: Estero del chacay. Del mapuche chakaywa (arbusto con espinas)  y ko: agua , estero

La actual provincia, por tanto, tomaría el nombre de los cerros de Chacabuco donde hay presencia de Chacay

•Chicauma: Montaña de chucaos. Del  mapudungun Chukaw  es chucao, ave del monte, y  mawida montaña

•Chicureo: Los tordos. Del mapuche chí, artículo definido y kürew (cüreu) tordo

(2) Lugar donde se arman lanzas

De chikümn, armar lanzas (colocando una punta de metal al colihue), y rewe, región o parcialidad

•Colina: Rojizo. Del mapuche kolün ser pardo, moreno, rojizo y el morfema de género /a/

(2) Pie rojo: Deriva de Colinamon  Këlü rojo y namun pie

(3) VER EN TOPÓNIMOS QUECHUAS

(Portezuelo) Guachuraba: La punta del camino. De Wechu punta y rëpü camino

(2) Encima de la greda. De huechu encima,arriba de;  y rapa greda

Además era el apelativo de un cacique que habitaba la zona a la llegada de Pedro de Valdivia.

•Huechún: La cumbre. Del mapuche wechun, encima , punta , extremidad , cumbreLeer más »

Desbordes y casi desbordes: Amenazas socio-naturales en torno al Río Colina

Tras las nefastas consecuencias del gran temporal de 1987, la editorial de Apsis[1] sentenciaba: “Una cosa son los rigores de la naturaleza, y otra muy distinta son la chapucería, la improvisación y la lenidad. La catástrofe que acarreó este último temporal no es un accidente…” Ciertamente no fue un accidente porque ante un evento de origen natural existe la responsabilidad antrópica que no tomó precauciones de los riesgos ni mitigó las diversas vulnerabilidades[2] para enfrentar un desastre. Pues bien, aquel año, la subcuenca Colina-Lampa se vio fuertemente afectada, bastará recordar el garrafal desborde del río Colina que inundó varios sectores de las comunas de Colina y Lampa, dejando como resultado cientos de damnificados.

A 28 años de ese evento, el 6 de agosto del año 2015, un sistema frontal (como es habitual en invierno) afectaba la zona centro-sur del país (Chile). Este trajo intensas precipitaciones en un corto período de tiempo, lo que provocó inundaciones en casas habitación, anegó calles, desbordó canales, forzó la suspensión de clases, entre otras situaciones. En este marco el intendente de la Región Metropolitana, Claudio Orrego, declaró a través de su cuenta de twitter: «Iniciamos evacuación preventiva de 2.000 personas sector Estación Colina en Lampa. Riesgo de desborde Rio Colina. C/ Bomberos y Carabineros». Dicho anuncio provocó molestia en la Alcaldesa de Lampa, Graciela Ortuzar, quien minutos más tarde desmintió al Intendente por medio de la prensa: «No es efectivo, estamos trabajando desde ayer, e hicimos trabajo con maquinaria. Logramos bajar dos metros el caudal». Esta contradicción evidenció, una vez más, la precariedad de coordinación institucional en la respuesta ante emergencias de este tipo. La pregunta que surge es: Si todos percibimos lo que potencialmente puede ocurrir en nuestros sectores cada vez que llueve más de lo normal ¿Por qué queda la sensación de que las medidas de contingencia de parte de la autoridad son desarticuladas y fuera de un plan de prevención?

Existe un historial de inundaciones, desbordes y casi desbordes de cauces fluviales, en la subcuenca Colina-Lampa, que varían según la intensidad de precipitaciones. Sería sensato entonces que nos preguntáramos si existen saberes o conocimientos locales frente a amenazas socio-naturales y si estos saberes están incorporados en las estrategias y protocolos. Es hora de una efectiva prevención, concreta en normativas, para que mensajes como el del intendente Orrego no siembren incertidumbre en la población. Se debe extirpar lo errático que resulta la centralización en la toma de decisiones cuando no se considera el diagnóstico y participación activa de los propios pobladores.

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